Fray Pedro nació en Orduña (Vizcaya) España en los primeros días de abril de 1641 y fue educado cristianamente.
Muy joven junta a dos de sus hermanos, viajan a las Indias y trabaja en México en el Alto Perú y como escribiente en un barco, hasta llegar a Chile.
Cerca a Potosí, en el Alto Perú, tiene a su cargo la formación de dos hijos de un acaudalado Sr. Esquivel para quienes fue testimonio de mortificación y penitencia.
Las calles de esta ciudad lo vieron recolectando limosna para los pobres y para su comunidad de la Recoleta.
Gozo de mucha estima en todos, pobres y ricos.
Sin tener mayor preparación explicaba la Sagrada Escritura como si fuera un Teólogo.
Un toro bravísimo ataca al Siervo de Dios y a su compañero para llegar a ellos cae de rodillas y besa la manga del hábito del Siervo de Dios.
Tanto en el Convento de la Recoleta como en este de Nuestra Señora del Socorro, reza devotamente el Vía Crucis.
Sufrió fuertes tentaciones del demonio, pero los venció con la ayuda de Dios y la Virgen.
Los enfermos y toda clase de necesitado, como también los animalitos y aves fueron cuidados por él.
Continuamente meditaba en la Pasión del Señor.
Con sencillos remedios y gran confianza en Dios y la Virgen María sana enfermos.
Un obstinado reo condenado a muerte, se arrepiente de sus faltas por intercepción de Fray Pedro y al nombre de la Virgen María.
Por intercepción de la Madre de Dios sana al canónigo Don Juan de Ermua y le alcanza a prolongar su vida.
Se dice que tuvo el don de la bilocación y que estando en Santiago asistió a su madre en sus últimos momentos.
Siempre estuvo preparado para recibir la visita de la hermana muerte.
Muere en este Convento de Nuestra Señora del Socorro o de San Francisco el 12 de septiembre de 1700.
Por intercepción del Siervo de Dios se obtienen diversos favores, tanto antes como después de su vida.